top of page

La incredulidad de mis amores mentales

  • Foto del escritor: Pao Romero
    Pao Romero
  • 17 jun
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 10 jul

Hablo de un amor imposible, aunque ni siquiera se trate de amor, sino de una fascinación improbable que se resiste a ser nombrada. Esta necesidad constante de amores mentales me sumerge en una melancolía perpetua; sufro sin mis amores inventados y también cuando esos amores se reflejan en seres reales, de carne y hueso, con olores embriagantes que me arrastran al delirio.


En ese vaivén de sufrimiento he aprendido a vivir y a respirar. O tal vez nací para este ambiente fantasioso y desolado del desamor inventado, porque mi existencia en el plano terrenal se ha vuelto tan mundana, tan cotidiana, que para no morir de aburrimiento y enfermarme de frivolidad, mi mente soñadora y adicta a sentir crea amores imposibles.


Camino sobre charcos de lágrimas y lodazales de ilusiones, descalza, con frío, empapada. Camino... camino... Así transcurren los días, los años, los siglos de vidas interminables a las que fui condenada: a sufrir y sobrellevar amores rotos, ciclos sin fin donde siempre reapareces.


Como la sombra de un árbol en una tarde calurosa, en el bullicio de la ciudad, eres un falso oasis. Apareces para patearme las entrañas y poseerme cada noche en sueños. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta qué vida llegarás a ser real? ¿Cuándo deslizarás tus dedos por mi espalda? ¿Cuándo dejarás de ser un amor imposible para embriagarme con tu esencia, con tu vida, con tu nombre —o cualquiera que la gente use para llamarte?

 
 
 

Comentarios


bottom of page